Lo tuve en mis ojos tiernos
con sus calles empedradas
en medio de dos quebradas
con torrentes en inviernos.
Y naciendo la alborada
un volcán posaba altivo
dando aliento nutritivo
a mi emotiva mirada.
Que en la mañana tragaban
mis ojos muy deleitados
mirando árboles nublados
con pájaros que cantaban.
Alegres por la mañana
en ramas reverdecidas
por muchas gotas llovidas
que bañaban la ventana.
Y la sensación aquella
del miedo que de un infante
es natural, desafiante
y que por ello resuella.
¡Oh lerda y fugaz infancia!
Solo recuerdos regalas
pero nunca, nunca igualas
cuando veo a la distancia
Lleno de mucha nostalgia
queriendo abrazar la luna
sobre el árbol de aceituna
que subía sin lumbalgia
A comer su rico fruto
divisando las colinas
escuchando las gallinas
cuando daban su tributo
Y a mi abuela oír decir
¡Oigan, pusieron los huevos
ya vendrán pollitos nuevos
Dios nos ha de bendecir!
Y echando pies a correr
al nido me iba a buscar
el fruto para guardar
y que luego iba a nacer.
¡Cómo escuchaba a mi abuelo
aquellas muchas pasadas
arrancando carcajadas
que llegaban hasta el cielo!
Y el primo Carlos Portillo
siempre fue mi confidente
un amigo muy prudente
jugando como loquillo.
¡Ah bellos tiempos aquellos
que habitan en mi memoria
donde converge mi historia
con sus momentos tan bellos!
Muy nostálgico hoy escribo
estos versos del recuerdo
y entre lágrimas concuerdo
en la lira que hoy suscribo