Amortajada, llena de martirios
Sin poder escuchar mi voz
tan sólo un hálito desconocido
turbio, tembloroso
Los pies en la nuca
La nuca llena de gemidos
también la espina dorsal
inclemente
fuera de contesto
Indudablemente llevo mi cruz
y la de los otros
El peso es imposible
Pero va
Los que se fueron
Me dejaron la herencia de la muerte
Más atrás
Va el dolor como caricia
Y maldigo cada lágrima que sale
Pero sale
Por tanto, polvo revuelto
En los crematorios
Donde han perdido los valores
Y no les interesa
Entregarte los brazos de Jacinto
Con las piernas de Lucinda
Lo mismo da
Me duelen los oídos
De tanta canturía de lamentos
El silencio interior
Prendido a la tristeza
El equilibrio desarmado
Los ojos del anciano ya sin luz
Incluso los ojos de los niños
Y muerdo la zozobra
como un león herido
Y gruño en las esquinas
y en los parques
Pero a nadie le interesa mi gruñido
Quién soy
De dónde vengo
Nadie lo sabe
Hace siglos vivo tras la pared
Huyendo