Vivo en un claustro de evocaciones;
con prístinos paisajes de un pasado.
En claustro, estoy con mis oraciones
y las vanas heridas no se han curado.
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¡Me atormentan las horas de desvelo,
solo me calmo, si la noche cede su velo!
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No veo las heridas que el tiempo deja.
Vivo cautivada por si llega el porvenir.
Creo en la promesa que nunca se aleja.
Sí, en el varón que me ha de consentir.
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¡Miro a mi alma reflejada en un espejo,
si me asusta lo que veo de allí, me alejo!
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Nunca viví ensimismada en banalidades.
Lejos de ti solo veo los vanos espejismos.
Creo divisar lo tangible, creo en realidades.
No me solazo con los que usan el cinismo.
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¡Ya hay bastante angustia y no tengo calma,
para amigarme con el mal, me duele el alma!