𝗗 𝗢 𝗠 𝗜 𝗡 𝗚 𝗢 𝗦 . . .
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Los Domingos, o cuando no trabajo,
justo a la hora en el que almuerzo está casi listo,
adoro el momento de despertar a los chicos.
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Despierto a Emi, luego despierto a Gonchi,
y por ultimo me toca despertar a Mechi,
de las nenas: la menor, la remolona.
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Al entrar a su pieza, ella enfadada se pone de espalda.
- “Salí pesado”, me dice. Yo ni me inmuto.
Comienzo tímido a acariciarla despacito.
- “Vamos a comer papuchi”, le digo,
- “Cortála Cargoso”, me contesta sacudiéndose.
Y se mueve, y protesta, y rezonga,
pero en los lugares por donde pasa mi caricia
ella se queda quietita, y le brota tiernamente piel gallina.
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Podemos estar así largo rato...
Las protestas y el placer ocupan el mismo lugar.
Ella reafirmándose cuanto la quiero,
yo disfrutando sus disimuladas formas de amor...
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Anton.