Yo vi la guadaña pasando
y se estacionó en Auschwitz,
y armó la fiesta de la muerte.
Masticando huesos y tendones,
aplastando cráneos
con cerebros destilando
sueños no realizados,
intelectos desgajados
como se deshoja una Torah
y Shaloms no pronunciados.
En proscenio, ahitos de despojos,
los Arios de Adolfo aplaudían,
y bailaban al compás
de Berlioz, Danza Macabra,
oyendo con deleite
las Valquirias de Wagner.
Y el shofar fue derretido,
y se forjó trompeta
a exterminio llamando.
Los crematorios regurgitaban
bocanadas ocres
de los que ayer fueron cuerpos,
hoy recuerdos vagos...
Volutas danzantes,
humo fertilizador de nubes
para que llueva sangre,
y se hinche el Rhin,
y el Danubio se desborde
sin el azul de Strauss,
en una orgía interminable
a base de Jacobs y Sholomos
triturados...
Yo vi la guadaña
por Auschwitz pasando.
R. Gruger / 30-4-09