El silencio me trae su recuerdo
y la espero en madrugada,
a mis secos labios muerdo
mientras miro vacía su almohada.
Restos de aroma me mantienen cuerdo,
esa piyama rosada,
sábanas del lado izquierdo
y esa marca en el colchón avalada.
Retratando su sonrisa en el cuarto
me pongo de pie a las justas
pero al no escucharla, ¡caigo en infarto!
ay corazón!! ¿Por qué te desajustas?
Su recuerdo te comparto
a ver si, así amigo. ¡ya no te asustas!
La conocimos cuando tenía tal vez nueve
la encontramos diez años después;
con un ´Sí` acepto vestir vestido color nieve
cuando rozaba los veintitrés.
No me preguntes que nos pasó a los veintinueve
la marea le acumulo estrés
y aunque uno no quiera, pasa mucho cuando llueve
que en el turbio mar, ¡se unió otro pez!
ay corazón!... ella migró como varias aves
que se van sin extrañar su nido
soltando los cerrojos y botando las llaves.
ay corazón!... su recuerdo queda protegido
por nosotros dos con tonos suaves
y mañana te contaré... porque no la olvido!
Luis. Angel Castillo Aguirre
Los Derechos Reservados // 08-03.2021 //
Foto tomado de Red