Mi pecho late sin control una vez más,
lo que está roto puede más,
la angustia se ahoga detrás de la impotencia,
la piel desgarrada se oculta en el silencio.
La vacuidad se hace espontánea,
luego; todo sucede en segundos infinitos,
huracanes golpean mis huesos,
una quimera veloz escudriña mi pesar.
Mi sombra desaparece en la asfixia,
el ánimo confuso se hace débil,
lo que queda es nada,
la lluvia se lleva lo todo lo demás.