Sin pedir permiso.
¿Acaso no supiste ver su rostro en las retinas de tus ojos?... Cuando el amor me hacías y en mi cuerpo te refugiabas de esa, tu pesadilla, de no querer ver la vida, con la generosidad de la entrega de lo más grande de uno. ¡La vida!
¿Quién eres tú, para negarme sentirla? Para decidir sobre mi alma, mi cuerpo y todo en lo que creo desde que tengo el don del pensamiento y la bendición de germinar en mi tu semilla.
¿Acaso, eres tú mi dueño? ¡O más bien el que solo me usó para sus aventuras!
¡Hay amor! Que tu solo eres un momento y la vida es eterna, y solo yo, soy quien puedo decidir si la riego y alimento con mi cuerpo, amor y ternura.
¿Puedes tu poeta, arrancar estrofas de tus poemas?, Acaso eres capaz de desojar la margarita hasta que nada quede entre mano y tallo, sin brotes de dulzura y vida.
¿Quienes somos para negar amor ? Quien no ha roto un verso en su mente hasta su ultimo día.
¿Eres tú capaz de salvarte, para esconder lo único que te hace humano y participe de todo lo que tu vista alcanza y tus sentidos disfrutan?
¡Hay de aquel, que solo vino a la vida y solo se va sin dejar huella, sin dejar su semilla!
La tierra se alimenta como el alma y el cuerpo se alimenta cada día, como se alimenta la vida, la vida. La que se da y no se quita, la que germina sin pedir permiso sin esperar un mejor momento o día. No, la vida no es elegir por quien no puede decidir-la. La vida es vida y si florece, el hombre, el humano tiene que cuidarla, mimarla, enseñar a disfrutar sembrando vida.
Vida que se renueva, vida que no sobra ni falta, siempre deja florecer, se asoma y manifiesta, a veces perezosa, a veces tímida y a veces rota, quebrada, débil, necesitada de amparo de otras vidas que la protejan la cuiden, con palizadas que la vean asomarse cada día.
Un don tan grande no puede avergonzar a quien lo siente, lo engendra en las mil y una noches y días. La humanidad espera entre tanta, tanta vida, una nueva y bella, única y tierna flore-cilla en un prado inmenso, en el todos tenemos cabida.
¡No, no la niegues, no la marchites con tus miedos y luces medio encendidas!
La vida no es de nadie, algunos la creen suya. La vida es de todos, por eso podemos verla, disfrutarla, sentirla, vivir-la, compartirla y lo más apasionante enseñar a vivir-la.
Si estás vivo, debes una vida y si estás muerto, mi prosa ya no puede ayudarte a que contemples conmigo como damos vida a palabras sentidas, complejas, sin ellas, ¡no!, no tendríamos este momento que nos regalo la vida.
¿Quién eres tú, para negarme vida?