Alevarro

Del nada

Cada noche, a punto de las doce, presa del insomnio, me ataca el silencio y la quietud,

esa quietud corporal que incita a mi ansiedad a devorarme parte por parte,

mientras mi mente revolotea en lo que debería,

para despúes aterrizar en lo que puede y teniendo como conclución la misma de siempre,

nada, nada puedo aun, nada quiero.

 

tarumba, el dilema es el mismo.