Ojos reposados que ofrecen
su caricatura más siniestra.
Mostrando al duro cielo
su aguja incontable
su amor insatisfecho.
Ojos perpendiculares a la voz
que surge imprevista de un azul
cenit ocasional.
Mi voz, cúmulo de voces,
nutre imparcial manos abolidas,
ahogadas en testamentos de desidia.
Ojos que auscultan un cielo terrorífico
la sangre del perro su impronta más definitiva.
Y mezclan porciones de un cielo
que restaura la pintura,
acaban con su luminosidad clarividente-.
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