En la noche se esconde,
esperando que se rompa el silencio,
esperando que estalle ese grito.
No hay olas en el cielo,
pues es invierno,
y ya se fueron.
Espera la calma inquieto,
que ya está al llegar,
a lomos de su caballo,
la que te llevará lejos.
Adiós, mi vida, adiós;
no sé si volveré;
no me esperes,
y no llores,
que me quiebro.
Adiós, mi vida, adiós,
que ya me voy ligero,
a lomos de su caballo,
amodorrado en su pelo.
Y la noche se hace luz,
y la luz ya no es silencio,
ha estallado ese grito,
se ha detenido mi pecho.