¿Eres tú quien acopla
dichas y esfuerzo, placer y temor,
el que rige la vida
o es otra mano más poderosa
que nunca llegas a ver?
Cómo saber si eres tú
el que hace cada día tu destino
o, por contra, si es este
quien te acoge en sus brazos
sin opción ni libertad.
Y, entonces, tras esto, ¿qué hay?
Alzas los ojos y ves
el inmenso teatro en cuyas normas
aprendiste que la vida es sólo
no preguntarse nada.