Que no se atosiguen tus trenzas mujer,
esas que se bifurcan teoremas del ayer.
Que bailen tus llantos adelgazando
las penumbras colosales del querer.
Que te dejó en la deriva remilgando.
Como una paloma zíngara que deposita
sus reminiscencias en el nido del amanecer.
Y ya las crías del alma, van asomando.
Que no sepan de amores, los desalmados.
Y las liturgias de tus manos, bautizen los años.
Que no se desarbolen tus cabellos
entre ramos secos y retahílas de paños.
Que bailen con ahínco las alas de los platos,
que repiquen los techos añicados de tus canas.
Y allá en las labores caídas de todas tus capas
suenen con rediciva el tambor de los álamos.
Que si lo oyes, no lo olvides mujer holística!
Que se fundan todas las costillas en tu barro.
Tan adentro como el universo lo permita!
Que se permuten las cenefas de tus andamios.