El alma muere ametrallada
mientras la carne se extravía
y fulge con su ímpetu de antaño
naves fluorescentes amenazan ruina
corporeidades veleidosas que deliran
en su buque insomne.
Son mejores las perlas del miedo
las agotadoras agentes múltiples
los lazos investigados de inmensidades
externas, el muslo queda amurallado
hasta nuevo embalsamamiento.
El alma agota su límpida agua
su crucifixión enardecida y su fuente
trovadora, apaga los latidos con su frente
el buey recién sacrificado.
Son mejores los poemas del auspicio
los astrolabios de ingentes nulidades
las persianas cerradas por el tamaño del mundo
los hombros descosidos las comisuras amontonadas
en los vertederos.
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