¿Que son las mujeres, si no las guerreras
portando su peplo de luz y ternura?
¡Y son de los hombres sus claras lumbreras
que llenan la vida de inmensa dulzura!
Malditos aquellos, con almas rastreras,
que cubren su vida con cruel amargura;
su imagen es rayo que tiene banderas
que brillan fulgentes, con tierna hermosura.
Sin ellas el mundo se torna desierto,
un río sin agua, pradera rocosa,
que ofrece tan solo, de llantos, tormenta.
La senda que andamos, es páramo yerto
si falta su nimbo, su estela gloriosa;
¡que tienen la cura, que pena apacienta!
Autor: Aníbal Rodríguez