El pájaro golpeado
por tres pedradas seguidas
con sus alas abatidas
lleva el vuelo aletargado.
Con su pecho consternado
va cayendo poco a poco
como la palma de coco
que de tanto estar reseca
va girando como rueca
y bajando con sofoco.
El pájaro va sangrado
por los golpes recibidos
en sus vuelos tan torcidos
y la culpa que ha cargado
por tan alto que ha volado
y los pleitos en su casa
que hoy se quema con la brasa
lo que está escrito en su diario
por su espíritu sectario
con el que vive y fracasa.
El pájaro va llorando
sufriendo toda desgracia
por su falta de eficacia
cuando alto anduvo volando.
Hoy lo viven desplumando
lo tienen casi desnudo
lamentándose a menudo
del pasado y sus ancestros
aunque fueron sus maestros
y… ¿qué hace hoy el sordomudo?
Y el pájaro pensativo
se ha posado en una rama
¿Quién le dice, quién reclama
y quién lo tiene hoy cautivo?
Su dolor repetitivo
no es dolor que se imagina
ni tampoco compagina
con su vuelo proyectado
pero ahora derrotado
le ganó la golondrina.
Y el pájaro va cansado
de tanto que vuela y vuela
y volando hace que duela
su volar esperanzado.
Luce triste y malogrado
después de ser tan altivo
y en un acto decisivo
le cortaron ya sus plumas
que volando por las brumas
sobre un río claro y pulcro
va directo a su sepulcro
en un mar lleno de espumas.