Y él dijo:
“Quedas pendiente, corazón”
que el mío con desprecio
ha ignorado tus angustias
pues ustedes son mustias.
Que por tus agravios sufridos
que importa tu dolor vejado
caído en mi olvido ya dejado.
Aunque tu llanto siga,
mojando el suelo de mi patria
donde las víctimas han manchado mi orgullo,
en mi corazón, no hay rencor pues todo es olvido.
No hay pendientes, solo el que se ha ido.
Y ellas dijeron:
¡Ah malvado! Ciega razón
que obnubila tus pendientes,
como todos los presidentes,
que ni aun con piedra de corazón
te das cuenta de lo que eres
y de tu odio por las mujeres.