Adiós, perversa ternura,
Me voy donde me mandaste
Apelo a tu airado desplante,
No bastó mi erotismo que aún te susurra.
Adiós, heralda burlada,
Extrañaré tus versos en mi boca,
Tu habilidad declamadora
Y mis epitafios cantándole a tu prosa.
Me voy para no hacerme daño,
Pensé que tu fuego encendería mi pasión
Y terminó ruborizando mi ceño
Cuando tu erotismo acrecentó su erupción.
Si deseas hablarme, no derrames la tinta,
Si deseas soñarme, no humecescas el cielo,
Si deseas sentirme, sabes el código de nuestra cita.
No me atraigas por favor, que soy vulnerable a tu aliento.