Presente estaba en la inexistencia, en la oscuridad de la vida,
en los besos de un agricultor que me sembró con fuerzas,
que me dío todo lo que tenia.
Me sembró con fuerzas,
me dio de casa sus tierras color café,
me dio a tragar la riqueza del agua que me entraño en el pecho,
me dejó cobijar por el suave y dulce calor del sol,
mas su constancia fue la que en una simple planta me volvió.
Heche raíces y me fortalecí,
cuando vio mis flores alejo las plagas de mi,
roció un dulce aroma que me permitió fortalecerme,
me dio más tierra me hico crecer mas grandiosa.
Y cuando me doblegue por la tristeza de la vida
me hecho a vara alta para no jorobarme,
más hizo una herida justo en la joroba cual
látigo a un hijo que en un camino de mal empeora.
Crecí y me hice aun más fuerte,
cuando me vio lista me permitió dar frutos,
de ellos dar familias y una descendencia pura.
Más un día envejecí y mi agricultor bajo mis pies cayó
tan pronto se acabo su vida y la mía también se extinguío.