Como el vértigo del silencio que nos guía en la bruma,
tu ausencia cada instante desata mis más fieros pensamientos
fraguada de deseos revistiendo mis pobres huesos, no te veo,
no estas y aunque te nombre el recuerdo de tus ojos se ha esfumado.
Mis días son estos aspírales negros, semejantes al humo,
humo del cigarro que aspiro, que como yo, se consume disparejo
invadida de sombras, de besos que amargan mi presente tiempo
mi lluvia chorrea a la mujer, y no soy sino un agua pesada de deseo
no puedo ya sino desbordarme de desdichas y de anhelos,
incapaz de dominarme, me abandono al indominio del sueño
en el que solo ansió el reposo en el olvido de mi misma
para salvarme, para curarme de ti arropada por la fresca tierra.
difuminada y estéril, estéril como un último suspiro…