¡Oh! Lluvia
Limpia con tus puras gotas
que pulcras descienden del cielo infinito,
a esta alma sucia
y borra, con tu divino aroma
el olor sucio de mi cuerpo inerte.
¡Oh! Lluvia
Le diste vida a la eternidad
dejando caer caudales de agua,
madre de la vida, limpiando a su hijo
de la banal inmundicia.
¡Oh! Lluvia
Déjame disfrutar esta melancolía
en tu presencia,
hoy no esconderé mi dolor
y tu debes ser mi testigo.
¡Oh! Lluvia
Siempre serás una inspiración eterna,
pues tu voz estará presente en las palabras
de quien te escuche.
¡Oh! Lluvia
Eres la triste alegría de un niño
que yace regando el amor sobre las grietas
de los corazones rotos,
deja en mi el fruto de tu alma
y hazme saber a través de tu mezcolanza el proposito
de tu llegada.