Al regresar a mi casa
yo me recosté un instante,
y en mis ensueños llegaste
y me arrebataste el alma;
me convertí en una llama
y con pasión pude amarte.
por fin pude regalarme
dulce ambrosía que embriaga;
alcancé rápidamente
el más excelso placer,
tanto yo pude quererte
que mi agonía se fue;
eres ayer, hoy y siempre
mi luna eterna de miel...