¡Llamen al novecientos once! ¡A una ambulancia!
que me han arrollado unos ojos color café
me han dejado la abolladura de su fragancia
pestañearon tan cerca, ¡Qué me lastimé!
Me atropellaron sin darme siquiera importancia
y aceleran llevando mi devoción, mi fe...
deténganlos antes que se alargue la distancia
ayuda!, se van, y me dejan acá de pie. . .
Se va y me deja desangrado y con un infarto
se evapora mi piel y mi rostro se enrojece
y la sigo, viendo a una y otra que descarto
Mientras ella avanza, mi semblante se envejece
se va!, la persigo y de mis ojos no la aparto
pero al final la pierdo... y mi corazón fallece.
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