Todo esto
que el silencio
se lo traga
me convoca
a la gris sentencia
de mis entrañas,
allí la bella
circulación
que para mí es sagrada
se hizo canto
de mieles subterráneas.
Aquí la esencia
de mis palabras
descubrió
un confín imaginable,
una rosa
de espinas turbias
que se abre
en mil mitades
de lo puro rancio
que por mi boca
sale
a tocar estrellas
en desigualdad
de su imperio vasto
que fui salvado
manteniendo
todavía viva la estela
de mis desastres.
Desde siempre
hasta entonces
no sé qué hablar...
Tendré, pues,
que conformarme
con tan simple nada
mientras el tiempo pase
sobre la gris herida
de mis hemorragias;
único vestigio
de lo que ayer sobraba:
es un renacer de esquinas
donde se vierten ácidas.
Sus informes trágicos
cómo me estorbaron
donde se virtió la magia
criando libertades
donde no las haya
para de su onda el náufrago
no ser más esclavo
en la suma de los días
que se van juntando
lejos soledades
con todo el pesar
desafortunado
quien lo vio pasar
desde un sitio a otro
sin no mucho caso
que quepa en pensamiento
para complicarse...
Así es la vida al hombre
como un sucio trapo
de desconfianzas,
y el amor más alto
que a donde llegan pájaros;
y su raíz un núcleo
que desentrañar
entre marejadas
de sincero nadie
hasta tanto tal...