Los árboles me cubren
las montañas
enormes, también
solo el recuerdo y la esperanza
dejan la posibilidad, a la libertad
jamás concretada, de la fuga.
Tus ojos
esos que me miran
son las ventanas
sin barrotes, de mi celda.
Ellos me invitan húmedos, a la fuga
y temeroso de la libertad
me dejo llevar, en tus lágrimas.
Viento fresco sobre mi cara
sol que abrasas mi alma
qué puedo pedirte
si ya me lo has dado.
Como puedo gozar
todo lo existente
si ya lo he tomado
nada es nuevo
la brisa, el sol
nuestro amor.
Otra vez tus ojos
me miran húmedos
como las ventanas
sin barrotes de mi celda.