El reino del placer tuyo ha sido,
la noche de retornos cansados
y rubios cuerpos que temblaban
tal hojas verdes en verano.
Resaca de pasiones infinitas
en cuyo encanto el mundo giró.
Tu otoño, aquella copa de tristeza
que bebía las palabras sin amor.
La vida escrita en pocos versos,
su oscuro deseo contra la muerte.
Allá en las costas más lejanas, libres,
tus años de pasión adolescente.
Nosotros ya no somos los mismos,
el tiempo pasa como un recuerdo
y nadie sabe qué nos espera
tras este alcázar de silencio.
Un hombre no obedece a su destino,
los días son una casa abierta,
errantes como los barcos en invierno.
Igual que tu poesía, Jaime Gil de Biedma.