¿No fuiste la pretendida por relámpagos en la oscuridad
que los baldíos arbitran?
¿Te fue dada acaso la sonrisa franca, sin vergüenza, para cubrir de cada flor
su roja pelambre en los estanques del jadeo?
Te anduve pensando tanto tiempo como fuera necesario,
hilvanándote canciones inéditas a modo de tónico y para
que no duermas en medio del síncope con que nos despedimos.
No importa tanto que no vinieras
sino que olvidaras el porqué.
Noté que siempre alimentaste imposibles jardines,
pájaros de algún color aún secreto, utopías como faena.
Si practicaras disponer tus insufribles dones ya no haría falta
la duda o el titubeo en los marcos que espejan
Todo se resuelve en experiencia, aunque traume,
para curarse en salud y no sufrir las consecuencias