Ya no diré más nada
de las almas y de la magia.
¡Que desgracia mi palabra!
¿quien ahora la desenhebra?
si se ha marchado mi amigo
y se ha llevado sus orejas
y todos sus viejos libros.
El perfume ya no será perfume
sin el aroma a cigarrillo y cerveza
y los colores ya no serán colores
si él no trae consigo su cabeza.
Hoy ha sido un día triste,
la discusión pasó de largo
la alquimia y el almizcle
dormirán dentro del tarro
por el tiempo eterno o necesario
hasta que un día me convenza
de que aún me habla
desde detrás de los espejos.
Parecerá perturbado,
él sin su ya cansado cuerpo,
me mirará raro, así desde tan lejos,
sin boca, sin lengua, sin caries…
Tal vez se de cuenta tarde
o menos temprano
que es extraño
y ya no importa nada.