Robustas columnas
atraviesan el campo efímero
mis rotas apologías que sucumben
al frío hibernado, de duración
indeterminada. Son soles negros
que corrompen mi esencia, transmiten
la luz en los bosques del ocaso.
Oh maravillosa luz en mi espacio,
donde estridencias abovedadas ofrecen
su mano monos y orangutanes.
Con sombrías ejecuciones de electrocutados
dedos, de acuáticos cimientos, de umbrosas
liturgias sin calificación eléctrica.
Oh maravillosos dedos que empujáis
vuestras tripas al sexo contiguo, cómo
formáis, en mis intestinos, resuelven
su cosmética de incendiadas rosas.
En mi cuerpo crecen las hormigas,
las hormigas suntuosas
del pasado presente, en cuyo signo
buscas la restauración de tus mitos-.
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