Atados
como nudo marinero estamos.
Atados de pies y manos.
No hay una sombra bajo el sombrero
tan atados vivimos
que el sol es nuestro cerebro.
Atados
nos quemamos
por dentro y por fuera
haciendo revivir el fuego.
Y cuando llegue el ansiado momento
(muy probable que jamás)
nos separaremos
y cada uno cual ave Fénix
remontaremos el vuelo
hacia la libertad.