El niño que alguna vez quiso ser poeta
se refugió en las drogas para crear eso, que el llamaba poesía
adjudicó la majestuosidad de sus palabras a la sustancia
y en su lucidez no escuchó la voz de su alma.
El niño que alguna vez quiso ser poeta
siguió creciendo y observando las flores marchitar,
siguió pensando que sin droga
jamás podría hablar.
El niño que alguna vez quiso ser poeta
olvidó por completo su identidad
y se refugió en la mentira, en la ilusión
para así ser un poco más feliz, o eso creía.
Si, el niño que alguna vez quiso ser poeta
dejo de escuchar la melodía que su alma gritaba,
pensó, que era la sustancia la que hablaba
y entre versos se escondía la verdad.
Tú, niño, hombre que hoy eres poeta
discerniste la realidad de la ilusión
y lloraste al escuchar tu cancíon,
hoy escribes con tu alma al filo de tu mano.