Subyugado por la soberanía de tu seno desnudo
Emerjo entre primavera y estrellas, para alcanzar la cúspide de tus delirios
Absorto ante el eclipse de tus ojos, veo nacer la profecía
Como el mar sin ocaso, el manantial cristalino, en perfecto descanso
Inmerso en tu pureza de agua,
humedecido en el frenesí de tu vientre ingenuo
me deslío en el clamor de tu pecho angélico
ambicionando los besos de tus labios tersos
Transito tu piel entre murmullos y flores
Danzante entre la niebla que provoca los gemidos
Siguiendo la ruta que nace de tu cuello,
hasta descansar en tu vientre,
con el sublime deseo de volar y ser simiente
La agónica luz de la tarde que expira
Entre la sombra sutil de tu cuerpo rendido
Da espacio y anhelo a la noche de augurios
Para esperar la mañana entre tu pecho. Sumiso