José Luis Barrientos León

Una tarde de marzo

 

 

Subyugado por la soberanía de tu seno desnudo

Emerjo entre primavera y estrellas, para alcanzar la cúspide de tus delirios

Absorto ante el eclipse de tus ojos, veo nacer la profecía

Como el mar sin ocaso,  el manantial cristalino, en perfecto descanso

 

Inmerso en tu pureza de agua,

humedecido en el frenesí de tu vientre ingenuo

me deslío en el clamor de tu pecho angélico

ambicionando los besos de tus labios tersos

 

Transito tu piel entre murmullos y flores  

Danzante entre la niebla que provoca los gemidos

Siguiendo la ruta que nace de tu cuello,

hasta descansar en tu vientre,

con el sublime deseo de volar y ser simiente

 

La agónica luz de la tarde que expira

Entre la sombra sutil de tu cuerpo rendido

Da espacio y anhelo a la noche de augurios

Para esperar la mañana entre tu pecho. Sumiso