Mendigos en mortajas,
sudarios entre brumas,
aljibes saturados
de azufre y de locura.
Cortejos somnolientos,
ejércitos de turbas,
que avanzan confundidos
a cárceles de música.
Hollines de camellos,
escamas de mil putas,
guarida de los prófugos
y sílfides impuras.
Silencios de los charcos,
caprichos de la lluvia,
cadáveres del cielo
sembrados en la ruta.
Estiércol en los ojos,
cigarros que se fuman
en antros nauseabundos,
callejas y angosturas.
Espectros sin su sombra,
cadalsos de las viudas,
fantasmas embriagados,
fogatas sin estufas.
Mentiras acalladas,
verdades de las crudas
que cantan los borrachos
en urbes que están mudas.
En noches invernales,
en noches sin cordura,
donde se vive y muere
y el vicio se desnuda.