Desde el primer día en que llegué a estos parajes, descubrí en su cielo azabache una estrella muy especial, aparecía a media noche, fugaz, brillante, hermosa, me hacia un guiño con sus picaros ojitos y me obsequiaba con algún comentario jugoso y ocurrente, siempre chispeante, siempre certero. Desaparecía con la misma prestancia con la que llegaba, pero al día siguiente, volvía a destacar en el firmamento con su gracia y su \"savoir faire\". Le encantaba la poesía, a menudo detenía su estela para leer y comentar algún poema de mi libro, y con una sonrisa encantadora, seguía gozosa el Camino de Santiago, pero de un tiempo a esta parte, la estrellita me ha abandonado, todas las noches miro la bóveda celeste por verla a parecer, pero todo es inútil, Eugénie, mi lucero vespertino me ha dejado solo. ¿Habrá volado rauda para anunciar un nuevo mesías?. ¿quizás esté visitando nuevas galaxias y descubriendo universos que yo nunca podre soñar? o sencillamente se ha cansado de mi mediocridad y ha partido a alumbrar planetas mas prometedores... Sea como sea, de vez en cuando, alzo la cabeza y creo vislumbrar a lo lejos una estela de plata que se dirige al planeta de Juanmaromo... pero no, es un espejismo, y mi cielo continua huérfano de su luz encantadora. Espero que no te haya raptado ningún cometa errante, que el sol enamorado no te haya atraído irremediablemente a sus brazos de fuego y que pronto, muy pronto aparezcas de nuevo con tu estela resplandeciente y tus picaros ojitos a alegrarme la noche con tu brillo. Estés donde estés, te echo de menos, vayas donde vayas, te recordare siempre y para siempre, mi querida Eugénie.
ilustración DE MARA ÁNGELES PALOMO