Oh, los castos,
carne de silicio
con espíritu de clavo;
se van tanto por quicio
que se rozan con el sado
pues al perseguir tanto vicio
parecen los más viciados.
Cuando se menea una rama
ellos espantan sus pájaros
y cuando chorrea una fuente
ellos le tapan los caños
mientras guardan sus libidos,
Cerradas a cal y canto,
como las huertas sin frutas
los perros del hortelano.
Oh, los castos,
hoplitas de la moral,
de la virtud, milicianos,
acechadores del mal
donde besarse es pecado.
Megáfonos de los misales,
altavoces de los santos,
no les gustan los portales
donde abundan pasamanos,
ni esquinas, ni corrales,
ni las playas en verano.
acaricia al as de bastos
Cuando la sota de oros
como las grullas en coro
¡ Fornicio ! chillan los castos.
Oh, los castos
enemigos de los cuernos
con los que embiste el Dios Baco
la debilidad de los cuerpos
propensos al arrumaco.
Aseguran que el infierno
es holocausto de sátiros
donde una orgía de fuego
carboniza sus orgasmos.
Con los cojones sin fueros
y testicularmente planos,
luchan contra el Deseo
como con Gulliver los enanos.
Pero ¿ qué sería de los hombres
sin soñar con polvos mágicos ?
Ríos de sangre muy pobre,
muertos muriendo de asco.
Oh, los castos,
casta de hipócritas cuervos
con plumas como sotanas,
ellos heredaran el cielo
de quedarse con las ganas.