Como encadenados en hilera unos tras de otros
en continuada y mortífera monotonía,
así es como se vienen encima de nosotros
en su fastidiosa pero constante armonía.
Sin disparidad de tiempo ellos siguen su ruta
en repetidas veces con actitud vacía,
miserable situación que ya no se disfruta
involucrándonos en sarcástica atonía.
Son etapas que a los años se tornan pesadas
como cálamos de plomo o nubes de algodón,
ya han abandonado ser las flores perfumadas
que en tiempos lejanos despertaron ilusión.
No importa lo que cuenten, tristezas o alegrías
… aún deseo que sigan pasando los días.
Jorge Horacio Richino
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