A los dignos pavos,
a los que van de perfectos,
a los que se ríen de los defectos físicos,
a los que clasifican en función de..los miedos.
A la enorme cantidad que conozco de dignos pavos,
Siempre pavoneándose de sus legítimos méritos,
y relativizando y ninguneado el esfuerzo de otros,
tener cuidado con los soldados y con los carboneros de los barcos.
Bajo esos prebostes, dignos pavos,
bajo esa parafernalia, bajo vuestros humos,
muchas veces estáis desnudos,
con enormes y complicados complejos.
El que está en la sala de máquinas de un barco,
Es cierto, no tiene tiempo, siempre está barnizado de negro,
de sucio carbón, maloliente y cansado,
y nunca queréis los pasajeros de primera que se vea.
Pero los carboneros son tremendamente necesarios,
son imprescindibles en el Barco y únicos,
y cuando el Barco zozobra, saben arreglarlo,
además de Carbón, entienden de maderas y estructuras.
A los que van siempre pavoneándose,
de lo bien que les va,
Que evitan las relativas malas juntas,
los demás se percatan y se cansan de vuestras malas maneras.