Al Duborg

¡Mi vida...!

Tengo que darte las gracias,

por diseñar mi presencia.

Por amarte, me regalas,

por dañarte, me condenas.

Sigue rodando mi vida,

sigue sin parar sus vueltas,

busca en el amor la flor,

y en su perfume la esencia.

 

Me enseñaste a caminar,

luego de tantos tropiezos,

me ayudaste a levantarme,

cuando me caí de nuevo.

El viento tiene su fin…

del pasado ata su aliento.

La tarde trae noticias,

al final de algún comienzo.

 

Me hiciste profesional,

tomé de ti, ese talento,

no quería equivocarme,

pero el intento fue incierto.

La soberbia me condujo,

a enfrentar a lo modesto,

riñendo sobre manera,

por mi carácter intenso.

Más el esfuerzo fue en vano,

regué tanto en el desierto,

la vida es para vivirla,

no para atender complejos,

el necio cree ser sabio

y el sabio, guarda silencio.

 

Querer tener la razón,

es lanzarse al sumidero,

prefiero darme la vuelta,

y que lo resuelva el tiempo.

 

Este dios no se equivoca,

menos rápido y más lento,

él me señala el camino,

mi amigo y fiel compañero.

El que me quiera, muy bien

y aquel que no, está perfecto

ni soy humildad sumisa

ni tampoco un pendenciero.

Defiendo mi libertad,

sin asirme a los pretextos,

¡si el tirano me encarcela…!

libres son mis pensamientos.

En busca voy de la paz,

luego de diez mil arrestos,

no guardo ningún rencor,

aunque mi cuerpo esté preso.

 

Yo he visto un ángel volar,

recorriendo el mundo entero,

abriendo cualquier frontera,

para el amor y su reino.

Soy aprendiz de poeta,

libre pensador confeso.

Ignoro al que busca el mal,

y si hace el bien, mis respetos.