A lo lejos, el sitio en que he vivido
Las horas ausentes, el andar perdido
Miradas calladas, párpados cerrados
Buscándome por donde no hay latido
Amada, he olvidado tu nombre
Los días del te quiero, recostado en tu pecho
Tu corazón de flor, con el sutil aroma de amor
El del silencio que añora, del palpitar que es espera
A lo lejos, la figura ignorada
Las manos que guardan el tiempo, envuelto en caricias
La mirada perdida en el bosque de olvidos
El rostro inaplazable, los labios sellados
Amada, he olvidado tu talle
La desnudes de tu cuerpo donde todo era origen
El incendio implacable que provocan tus besos
El llanto, la muerte, que germinó con tu ausencia
A lo lejos, una mujer sin nombre
De torso yermo, infecundo
Vestida de trajes de huida
De alas siniestras
Amada, te he olvidado
Tu ánfora ingenua que dio sustancia a mi vida
La libertad de tu cuerpo, propiciando el deseo
Tus ojos fervientes contemplando mi hombría
Y tu voz entre brumas, entonando un suspiro