* Buscando en archivos pasados encontré el siguiente relato el cual lo escribí hace dos años, espero sea de su agrado:
Es la noche del matrimonio y Juancito mas que alegre, hay boda, habrá baile, habrá un banquete, no habrá cerveza, a él no le importa el amarillento líquido, a él nada le llama la atención, solo una esbelta mujer, con muchas curvas (mas abajo que arriba…) con un tormentoso mirar con un rasgado escote con los pasos que dejan mucho que pensar (es ya una mujer). Y es la segunda ves que Juancito la observa, sin embargo días antes en la boda civil la yegua no estuvo tan ávida como esta noche, que con tan prolongado escote se pasea de aquí para allá, llamando la atención de cualquier hombre… -Yo los vi a todos- hasta el pastor que realizó el casamiento, volteó su añosa mirada donde Diana Rosa Mautino, que esparrama sensualidad a lo largo del salón. Juancito al frente con terno a medias rastrea hasta el mas mínimo de sus movimientos y machaca su puré de manzana y saborea las rebanadas de pollo cual hombre descubriéndole un amor exasperado al tiempo en que destruye con espasmo la cónica forma de su porción de arroz… Habría que decirle hola puedes bailar conmigo? Tendría que abandonar a la familia para incursionar hacia el fondo del salón donde se afincaron todos los familiares de Diana por supuesto ella también… piensa lleno de optimismo Juancito.
Juancito, tiene mas que diecisiete años y le importa un comino la edad de la aludida. Por que en unos minutos ya están bailando, ella refriega su espalda en el abdomen del pobre Juan, es un escándalo bailar de tal manera en una boda donde la mayoría son señores reservados y religiosos, parece que a Diana no le interesa, ella cumple su rol de chica coqueta (y vaya que todo lo hace bien) y a Juancito se le ha despertado todo, como quisiera tenerla contra su frente y hacerla sentir su sangre…
Los invitados se han dado cuenta del baile impúdico de la Mautino, ella no es tan mujer tiene dos años mas que el pobre Juan, como que siente que deben mantener la discreción y no dejar que el deseo fluya…
-hola tu eres la prima de la novia verdad?-
-si pues y tú primo del novio no?-
Juancito responde afirmativamente, el terno lo tiene atosigado, pero no es inconveniente para pedir el correo electrónico (por si una tarde se encuentran y hablan de todo un poco), quien sabe puede que sea caballeroso no obstante la sensualidad posterior de Diana es mas sugestiva, ella acepta y le da el bendito correo electrónico. Juan bondad en mano guarda el papelito en el bolsillo de la camisa, con la mente estimulada se mide el tiempo; él tiene un Casio color negro en la muñeca, mira la hora le da un beso en la mejilla, ella sigue mirándolo con un énfasis como si dijera “y este mocoso atrevido que quiere conmigo?”. Juancito se siente triunfante, regresa donde su familia al extremo occidental de la pista de baile con el correo en el pecho y con la mente ideando el futuro y lo que pueda pasar mientras la hembra se quedó llena de dudas y contradicciones. Estudia educación le gustan los niños al menos…
A Juancito también le quedaron deducciones el tiempo lo diría… Después de algún tiempo se encontraron en el parque, ella estaba mas mujer todavía, Juancito con un agosto mas en su vida -teóricamente son enamorados- ambos se necesitan ambos son una sola pasión a veces se repelen otras pocas se aman, igual el sentimiento los ronda…
Él sabe como lastimar él ha sido de lo peor, él ha sido todo menos amor, la Dianita siempre lo busca a pesar de las canalladas de Juancito y regresa para que abrazada a él observen las oscuridad de la noche (como si fuera mucho estar viendo la oscuridad prosperar) su amor a veces estaba prohibido, pero mas veces estaba ofrecido, entonces Juancito era verano y ella invierno…
-“…nos calcinábamos el tacto mas de veinte minutos, ella se largaba yo suplicaba o viceversa, al fin lo que importaba era el amor…”- Cuenta Juancito.
Las manos de Juancito son de ella y los labios de la susodicha son de él, los besos regresan y las miradas van de frente, Juancito se intimida y a la salida está ella (queriéndola a su manera) para comprarle una galleta “casino” de lúcuma (que a él le fascinan) aunque él nunca regrese, aunque él haya sido un insensato casi todo el tiempo con sus imprudencias de niño por eso él le debe las disculpas de todo el tiempo, y el beso asfixiado también…
Él no puede decir mas por ahora, la odia y la quiere sin embargo mas la desea. Ella es la seducción hecha persona mientras él es un mocoso de dieciocho años que está escribiendo puterío y medio (en el diario) mientras ella se larga cuando se tiene que ir asi mismo obedece a los llamados urgentes de este canalla llamado pateticamente Juancito.
Juancito y la Diana jamás han hecho el amor parece que hoy día pueda ser no obstantante parece que jamás lo harán, al final el cuento termina en lo mismo: todos son felices y viven para siempre, lo que es yo sigo asombrado por las pasiones bobas esperando al amor, esperando a la ideal y consumiendo de esa adicción llamada Diana Rosa Mautino de la Puente. Eso sí , no la olvido ni la saco de la mente; será que nuestros pecados y el sinfín de cosas hechas o por hacer me dejan enfermizo…
NOTA: Como te lo prometí aquí está lo que pediste… yo el mocoso al que le gusta escribir cursilería y media queriendote un poquito mas y te espera para entregarnos nuestras carnes cual animales salvajes… aunque hoy en enero de 2007 no vuelvas mas, me da miedo me siento desamparado dame un abrazo te lo ruego…
JUAN CARLOS GALVEZ VELASQUEZ
Trujillo 30 de enero de 2007