Raiza N. Jiménez E.

La Estafa.-

Ayer te vi, ibas alegre y  sonreído,

como si nada malo pasara en ti.

Estabas muy gozoso y  envanecido.

No había pensado mal y en ti creí.

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Se me conmovió hasta el alma

y bañada en llanto mi camino seguí.

Olvidarte no he podido y pido calma.

Porque yo del amor, no me arrepentí.

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¡Contigo nada es igual y todo es distinto!

Jamás pensé que sería tan triste tu amor

y en verdad, en ello, me falló el instinto.

No supe predecir que todo sería dolor…

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¡Tanta voz empeñada, tanta farsa obligada,

tanta promesa oscura y en vileza fraguada!

Nada lindo que decir, nada de ti se admira.

Y sólo existe la ira de la ilusión estafada.

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Pensarías que todo era un chiste malo.

Y que te lo gozaste con viciada sorna…

Vejaste mi alma en ello y hoy te señalo.

Pero pronto sabrás que todo se retorna.

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Si algún día,  muy cerca de ti me vez;

no te acerque ni siquiera a saludarme,

ya que no habrá nada y ni un tal vez…

 De ti, por traidor, decidí alejarme.

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Evoco aquella gris tarde que te alerté:

“Escúchame, jamás engañes a un amor”.

Recuerdo que, muy molesta, te hablé:

“Las heridas de amor se curan con dolor”

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¡Si en el fragor de la pasión hay engaño,

 debes saber que andas con un extraño!