Mi alma está vacia,
no siento el fuego arder
como la hoguera que en otros
tiempos se encendía.
Recuerdas cuando
en tus brazos me mecías,
rosabas con tu cálido aliento
mis labios entreabiertos
y me besabas con esa pasión
que me estremecía.
Yo sentía reventar el corazón
y me hacía entrar en agonía,
era una dulce agonía
que invadía por completo el alma mía.
¡Qué tiempos aquellos tan bonitos!
Cuando encendiamos la chimenéa
y mirando la lumbre que de ella salía
dejabamos volar nuestros sueños
a otros horizontes de la tierra umbría,
en la que con los pies descalzos
pisábamos la hojarasca del camino
buscábamos a donde refugiarnos
con el intenso frío que nos congelaba,
pues estábamos en invierno
y el sol no mostraba sus potentes rayos,
tus brazos eran suficiente cálidos
para arroparme de aquel frío.
¡Que tiempos aquellos tan bonitos!
Cuando veíamos florecer la primavera.
Recuerdas la casita de la aldea
con sus corredores
adornados con gardénias,
en el patio un inmenso roble
lleno de pájaros cantores,
¡ah! y la pila de la fuente
con sus fúlgidas aguas azulinas,
en donde se refleja la lumbre de la luna.
¡Qué días tan bonitos eran aquellos días!
Pero hoy mi vida está vacía,
sólo quedan los recuerdos
hermosos de aquellos tiempos...
Ya no están las gardénias,
ni el roble...ni sus pájaros cantores
y la fuente del patio se ha secado,
ya no rielan sus aguas cristalinas
y la luna azulada se ha ocultado.
Felina