Sombra sin color
Tantas veces sentí tu presencia estrangular mi alma
que una sola razón confundía mi luna y mi sol,
cobijé de lleno la locura compuesta por estereotipos
de azules, rosas, naranjas y uno que otro bicolor.
Puedo deducir que fue la paranoia,
la que alimentaba mi psique y mi corazón,
fui perdiendo las horas y los días,
nunca gane nada ni en la hora de tres por dos;
todo o nada, siempre fue la solución
y por querer tenerlo todo, nada,
nada entre las manos me quedo.
Tantas veces fuiste mi verdugo, mi santo y mi sanador,
que me aplique a tonos pasteles y exceso de decoración,
y después borrabas mis lágrimas con tu color;
un color diluido en las sombras y en las horas
que más te anhelaba, pero con muy mala tu intención.
A veces fuiste tantas sombras y días grises,
que no puedo recordar ahora ni quien soy,
me perdí de ti y de mí,
malgasté mi única paleta de verdadero color,
la que daba vida a mis fantasías,
la que asumía riesgos y evitaba protección,
la que ansiaba con ganas una hora más
de día o de noche, pero una hora a solas por amor;
ese amor que ahora, acumula recuerdos por dolor,
y pierde el apetito, las ganas y hasta la voz.
Fuiste tantas veces mi sin razón,
que bastaba me dirás cualquier color,
no importaba el tono, ni la frecuencia,
ni siquiera observaba si brillaba o no,
era tu color, más bien tu sombra,
la que nunca me reconoció,
la que jugaba con mis ganas y mi corazón,
la que ponía la rutina y no le daba ningún valor
a los colores tan vivos, tan brillantes
que tenía en mi interior, que vivían en mí,
que me hacían reír, cantar, saltar
y no había una sola gota gris en mi interior.
Tantas veces fuiste quien pintaba mi día a día,
inadvertidamente pase por alto lo que ya sabía,
que sólo eras sombra, que no tenías color,
que por más que te encubrieras
de azules, rosas, naranjas o bicolor;
siempre serás tan sicalíptico, tan porfiado, tan austero,
que cualquiera te gana con un sólo color.