Es de madrugada
llora mi alma sin consuelo
y con mi corazón destrozado
pinto azucenas blancas de despedida para mi padre.
Padre, hoy pinté azucenas para ti,
las hice muy bellas como te gustaban,
son blancas porque representan todo el amor puro que me inspiras,
porque fuiste un corazón bueno,
un gran padre y abuelo.
Tus pisadas aún en mi alma siento,
pero su voz es apagada,
como ecos lejanos, los siento en acentos de aciaga despedida.
¡Oh padre amado!
Tu recuerdo insigne siempre latirá en mi memoria,
cómo me duele hasta los huesos tu partida
no hay bancos de consuelo hoy para mí por ningún lado.
¡Fueron tantas avenidas que recorrimos juntos!
Cuando el terremoto arreciaba siempre para mí
tú siempre estabas allí,
erguido junto a mí como un árbol
y aunque sufrías por dentro
te guardabas tu llanto y me mostrabas fortaleza de león.
Padre el virus malo te llevó,
marzo se tiñe de lágrimas incansables para mí,
su capa negra no me deja respirar
y como un zombi solo en Dios me sostengo.
¡Qué noche tan larga me cubre hoy!
¡Que vacío tan hondo siento en el alma!
¡Tu mirada y tu voz tierna
mee hacen tanta falta!
Dagas hirientes laceran mi alma,
en el Gólgota de la pena estoy clavada,
¡Dios mío, dame tu agua de consuelo,
qué en esta oscuridad ciega, ya no camino, siento, ni veo!
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados