Me voy perdiendo lentamente
en sus halagos, ligera
huyo, sus tenazas enrollan
mis sueños de papel.
Mis adentros exaltados por
la fuerza de su sangre,
absorben hasta la última gota
del mar en que me hundí ayer.
¡Le soñé!
Qué demencia la mía entre ires y venires...
presurosas pasaban las aves, mismas que no volveré a ver.
Porque los días corren como ríos de agua blanca y el espejo esfuma las primaveras,
los veranos y los otoños de mi piel.
¡Las letras me salvan!
Por la noche son como luciérnagas que expulsa el alma y danzan en la noche lóbrega.
Al amanecer vibran y brotan como botones florales, ranúnculos que rompen las hojas que me encierran y quiebran el silencio del ayer.
Hoy me tumbará la noche y entre imágenes incomprensibles y despersonalizadas, el enigma en el ensueño que encierra su mirada, su letra y su tierra, volverá en diamante a aparecer.