Llevo mil recuerdos viviendo en mi ser,
tengo cicatrices de unas manos en mi rostro,
adornando mi vientre el don de la vida,
tengo tus matices grices
en mis pupilas,
tu aroma tatuado en mi nariz
y el sabor de galleta en mi papilas.
Ese olor a café recién tostado
con la cantidad justa de sustituto,
el calor de tu abrigo
de un mes de otoño,
rodeando mi cintura.
Llevo tu sudor en un frasquito
sobre mi pecho,
tengo la herida en mis rodillas
de aquel fatídico día,
la imagen de una cicatriz
que invita a besarle
y de un lunar que se esconde
tímido en la barbilla
besado mis tristezas de aquel día.
Llevo en mis manos la sonrisa,
el sonido de una voz
retumbando en mis ojos,
pronunciando mi nombre.
Tengo la sensación
de su respiración jadeante
sobre mi pecho,
en la azotea
un baúl con aquellos recuerdos
que nunca guardé,
empolvándose,
nublándose ,
perdiéndose.
Tengo tanto en mi ser
que me hace recordar
que me lleva a preguntar.
¿en qué momento he de olvidar?