marta CARMEEN

RENACER


No fue casualidad que a los cincuenta años me nacieran
alas, ya que desde niña levitaba, recogía el aire apretado
de los pájaros y sembraba plumas en mi piel.
Como una varita mágica la vida me dio un soleado camino
con brisa y golondrinas.
Desde entonces no busqué en las orillas de mi alma, la
espesa niebla de mi corazón lastimado, ni los miedos
clavados en las pupilas. Abracé las almas que nunca dejan
de cantar y acurruqué mis recuerdos en su propia blancura,
en su propio candor.
Renací con sabor a caramelo y escondí los secretos dañinos
debajo de una alfombra voladora que no volverá.