Es mi mundo un pequeño río,
unos campos sin girasoles
y un cielo.
El río serpentea perezosamente desde mi ventana;
como una culebra de plata, entre las piedras se ahonda.
La tierra me ancla a las cosas que voy conociendo
con verdadero placer.
Al cielo, los patos
-en formación militar-
y las cigüeñas presurosas
-que hay que dar de comer al hambriento
y adecentar el nido-
De vez en cuando, una garceta,
blanca...
como quisiera mi vida.