Me gustaría tener su cuerpo,
su boca, sus pezones,
para así alimentar la fuente
de mis inspiraciones.
Pero usted es una niña,
una señorita
que no sabe de ilusiones,
de ansias, de pasiones.
Que no entiende todavía
las ganas que me matan,
el fuego que me quema, poco a poco,
día a día.
Como me gustaría que algún día
usted fuera mía, que llenara
un vacio de mi alma; en mi vida,
mi cama.
Cuanto diera yo por que usted
se decidiera, me comprendiera
y fuera mía.
Y hacerle un poema de amor
a sus ojos, su pelo, su risa, a sus muslos,
a sus hermosos pechos,
a toda usted,
cada vez que fuera mía.
© Armando Cano