Nunca pude probar de sus besos
el néctar más puro, su fiel ambrosía
ni bailar con sus labios al compás del viento
ni hacer del amor, en su boca, poesía.
Nunca pude perderme en su aliento,
ni calmar mi sed con su cercanía.
No sé si son tímidos u osados sus besos,
si los da con ternura, o con picardía.
No sé si salvajes, no sé si traviesos,
si cálidos, fríos, profanos, divinos,
o si, por prohibidos, ardientes e intensos.
Aún venenosos, aunque fuesen impíos,
aún siendo perjuros, malditos, sangrientos,
bebiera yo de ellos, cual copa de vino.
Aunque en el intento me rompiese los labios,
y aunque en su futuro me vistiese de olvido.